Las maneras de disfrutarlo son muy variadas. Algunos transitan sus encumbradas laderas para encontrar en la cima los más bellos paisajes del Valle de Punilla. Otros nos hablan de energías encontradas, reminiscencias orientales y hasta encuentros con luces de otras tecnologías y otros mundos. Los primeros plantean que el punto más alto nos lleva a un encuentro con la naturaleza, entre nubes y hermosas panorámicas. La rocosa cumbre, para otros, nos conduce a un encuentro con nosotros mismos, por medio de la meditación y la practica del yoga. La aventura es otro de los atractivos que se busca realizar en el lugar; trekking de algunas horas, pronunciadas cuestas, senderos intrincados. Esto es el Uritorco, gigantesca mole de piedras, distintos paisajes y diferentes maneras de conocerlos.
Nuestro destino, será conquistar la cima. El ascenso se origina en la localidad de Capilla del Monte, temprano por la mañana, en el parador de acceso al cerro. Anotarán nuestros datos personales como norma de seguridad y abonaremos el costo de la trepada. Desde allí nace el sendero, aquí comienza la búsqueda. Transitaremos por un paisaje de abundante vegetación, entre las laderas de la serranía. A medida que vayamos ganado altura, los árboles y frondosas plantas irán quedando atrás para dar paso a un terreno más árido y desolado, propio de montaña. Cuando ya todo sea pastizales y roca, comenzaremos a descubrir las imágenes del valle. Las localidades de Punilla se nos presentarán como pequeñas manchas en el horizonte.
El camino juega en el limite del cerro, nos presenta la aventura, lo bordea, pretende domarlo. Abajo, las quebradas de tupido verde, arriba, el punto más alto del Uritorco, recortado contra el Sol, nos indicará nuestro destino. En la mitad del ascenso, luego de aproximadamente una hora y media de caminata, se encuentra el Valle de Los Espíritus. Aquí se instalaban las carpas de aquellos que elegian dormir inmersos en estos agrestes dominios (actualmente no está permitido acampar). En una las pronunciadas cuestas que buscan la cumbre, serpentea el sendero que ha de llevarnos hasta allí.
En días de neblina, trozos de blanca niebla ascienden a las alturas, retazos de nubes que van subiendo al punto más alto del cerro, flotando como espíritus que se dirigen al cielo. Esta es una de las imágenes más intrigantes del ascenso. En este punto nuestro escepticismo a cerca de energías ocultas quizás comience a tambalear. Estaremos ahora en el tramo final. Una hora más de caminata, curva que se pierde entre las piedras y entonces llegamos.
La cima se alza a 1979 metros sobre el nivel del mar y allí los caminantes fueron dejando en la cruz, retazos de pañuelos, mensajes, telas, deseos escritos; testimonios de su paso por el lugar. Luego de este triunfo, el descanso es obligado; algunos aprovechan para sentarse en la inmensidad, para admirar los incomparables paisajes, otros optan por relajarse en la milenaria la practica del Yoga y la meditación. Serenos entre nubes, en la cima buscan la tranquilidad y el equilibrio del cuerpo, del alma y del espíritu. Los días de neblina, el paisaje se torna más atractivo.
Es importante recordar que no debemos bajar después de las 15:00 hs, para que podamos llegar al parador con buena luz, hasta alrededor de las 17:30hs. Comienza el descenso; siempre más veloz, siempre menos cansador. Primero llegaremos al Valle de los Espíritus, más tarde la aridez se irá poblando de vegetación, el cielo pasará a cubrirse por las frondosas copas de los árboles. En aproximadamente dos horas y media habremos alcanzado el pie del cerro.
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